Los precios de transferencia son los valores que se asignan a las transacciones de bienes, servicios o derechos entre empresas que forman parte de un mismo grupo económico o que están vinculadas entre sí. Estas operaciones pueden involucrar activos tangibles, intangibles o servicios, y se realizan entre entidades que, aunque legalmente separadas, comparten intereses económicos comunes. El objetivo principal de esta práctica es garantizar que las transacciones se realicen a precios de mercado, como si se tratara de partes independientes, evitando así distorsiones fiscales que puedan surgir por manipulación de precios.
La utilidad de los precios de transferencia radica en su capacidad para prevenir la evasión fiscal y asegurar una distribución justa de las utilidades entre las jurisdicciones fiscales involucradas. Cuando una empresa multinacional realiza operaciones entre sus filiales en distintos países, puede verse tentada a fijar precios artificiales para trasladar beneficios a territorios con menor carga tributaria. Los precios de transferencia, regulados por normas internacionales como las de la OCDE, buscan evitar esta práctica, promoviendo la transparencia y el cumplimiento normativo.
Además, los precios de transferencia facilitan la cooperación internacional entre administraciones tributarias, promueven la seguridad jurídica y reducen el riesgo de litigios fiscales. Al establecer políticas claras y documentadas sobre cómo se valoran las transacciones entre partes relacionadas, se mejora la eficiencia administrativa y se previene la doble imposición. En este sentido, los precios de transferencia no solo son una herramienta técnica contable, sino también un mecanismo esencial para la equidad tributaria global y la planificación fiscal responsable.